Con recuerdos y anécdotas jóvenes de Jupach recuerdan a cura Pepé
Fotografía: Padre Pepe

Con recuerdos y anécdotas jóvenes de Jupach recuerdan a cura Pepé


Por Sergio Fuentes | 28 Abril 2020 10:17
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El 29 de septiembre de 1957 nació el Padre Pepe. Lo conocimos cuando comenzó su vida sacerdotal en la Congregación de los Padres Norbertinos, de los cuales sólo queda ahora el Padre Gustavo Sterkens en Chile.

Esta congregación tiene un monasterio en Bélgica, país donde pensaba en algún momento tener que ir a vivir. Claro, pensando en que él sería quien quedaría solo.  ¡Dios quiso otra cosa y lo llamó antes!

En la primera quincena de enero de este año, sufrió una grave patología, un tumor cerebral que lo mantuvo internado en el Hospital Regional en Concepción, desde donde de vez en cuando tuvimos noticias de él…que se iba mejorando de a poco, que había recuperado su conciencia, que estaba reconociendo a algunas personas.  Eso nos hizo pensar, que tantas oraciones, de su Parroquia San Pablo, de las horas frente al Santísimo, de las cadenas de oración de tantos jupachinos y cristianos iba a devolvernos al curita Pepe. 

Dios nos dobló la mano y lo llamó este 25 de abril por la mañana, bajo una intensa lluvia y una pandemia del Covid-19 , que nos hace mantenernos en casa y no poder correr hasta Chiguayante a esperarlo a su llegada, haber estado en su velatorio, cantar y rezar por su descanso eterno,  por su familia y por el padrecito Gustavo. Nada de todo esto se podrá hacer como quisiéramos, excepto nuestra oración y misas on line por nuestro cura extraño, nuestro cura chistoso, el que tenía los mejores cáctus y sus bonsáis que ganaron concursos, a los que cuidaba y regalaba patillas y hablaba de ellos porque los conocía.  Rezaremos y cantaremos unidos como jupachinos, como cuando nos cambiaba alguna parte de la letra de las canciones, con los recuerdos de su calidez de recibirnos en su casa, de alojarnos y hacernos sentir bien, cercanos, jóvenes como sus homilías rebosantes de buenas historias y anécdotas que nos contaba para que no nos quedáramos dormidos en Misa, después de haber trasnochados de unos días de campamento, asambleas nacionales o jornadas de varios días para hablar y soñar con JUPACH.

Fue ordenado sacerdote el 01 de noviembre de 1991 y me contó más de alguna vez que hubo un examen final que nunca lo dio.  Esto tal vez lo hizo diferente a los demás sacerdotes, porque su sencillez con la que llegaba a la gente, niños, jóvenes y adultos era sin igual. Hablaba para grandes y chicos, tenía llegada con todos y se reía con todos…oye caurosgánate pal laopuchas la’gua elácapischi… qué dice la jota… y luego cambiaba las letras de JUPACH y moría de risas, esa que nos contagiaba y nos seguirá contagiando siempre, porque su cuerpo muere, no su recuerdo.

Nos recibió muchas veces en su casa, ahí la once era muy rica, con algún dulcecito y el infaltable mate con sus hierbas aromáticas.  Esas cáscaras de naranjas cortadas finamente, el cedrón y limón.  Nos preparaba los dormitorios para que estuviéramos cómodos y “se rajaba con la alimentación” y quizás cuánto dinero en cada gesto que hizo con nosotros, los jupachinos.

Desde el año 1983-1984 en adelante por ahí, tuvo que hacerse cargo de JUPACH, a petición del P. Gustavo, a quien obedecía como un verdadero Padre, porque los suyos habían partido al cielo.  Peleaba constantemente con la Hermana Ángela, porque tenían visiones totalmente distintas, pero ambos amantes de Cristo y de nuestro movimiento. Lo recuerdo participando con tantas ideas en Asambleas Nacionales, esas en las que se discutía hasta por una coma o una tilde.  En los campamentos ponía la nota alta, al estar cercano a los jóvenes.  Qué decir de sus palabras motivadoras, de una forma tan cercana, era como decían de Jesús…”nadie nos había hablado así” y “lo reconocieron al partir el pan”

En el Coypulli de este verano no pudo acompañarnos, supimos de su enfermedad y rezamos por su pronta recuperación, sin saber que ya no lo volveríamos a ver.  De hecho tenía en la programación que debía realizar la misa final como cierre de este Encuentro de Familias, pero no llegó… su enfermedad se agravaba.

Con la llegada de esta pandemia, lo pusimos en nuestras oraciones, en las misas jupachinas, nuevamente rezábamos…hasta el despertar de esta mañana de sábado lluvioso.

Padre Pepe nos amó como hijos, pero siempre dejándonos en claro que su sobrino era su preferido y también el Fernández Vial, donde nos contabas que eras socio y que hasta jugaste al arco. Tu recuerdo perdurará en nuestra memoria jupachina por siempre.  Gracias por tu aporte a la Construcción de un mundo nuevo y mejor, por sembrar tu semilla en nuestros corazones amarillos, en espera de llegar a dar muchos frutos como tu.

Descansa en paz y protégenos y bendícenos desde el cielo que te tienes requeteganado.

¡Qué dice la Jota! ¡Tírenme una uuuu!

Con Cariño, un boceto tuyo y tantas historias que aquí no están.

Juventud Parroquial Chilena JUPACH

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