Ciudad, pandemia y orden, representaciones de una crisis
La ciudad es por excelencia el escenario en donde la sociedad manifiesta todos sus defectos y potencialidades. Las urbes, desde las polis griegas, las ciudades estados orientales, los fuertes urbanizados y las abadías europeas, tienen en su génesis un elemento en común que es ser focos de alta tasa de migración de personas, productos, servicios y saberes lo que ayuda a confluir en una consolidación y propagación del conocimiento y desarrollo de colectivos humanos, pero tiene una debilidad que ha marcado a todas y cada uno de ellas: Lo sanitario reflejado en las pestes.
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Como civilización occidental hemos cimentado nuestros espacios bajo preceptos de orden y control tan rígido que al primer golpe a las bases se cae como castillo de naipe, esconder estas realidades ha sido un mecanismo de defensa cuando existía un control del poder de la información, pero en esta sociedad actual donde la información está en nuestros bolsillos, está poniendo en jaque el modelo, y en este caso, el entendimiento de la ciudad como estructura jerarquizada e independiente.
La peste negra, la Fiebre Española, Viruela, Tifus, Fiebre Amarilla, AH1N1 entre otras pestes más, han mostrado las falencias en torno a la capacidad de control de higiene y salud de las poblaciones que habitan este escenario llamado ciudad, ya que por un lado los principales vectores de contagio son los mismos habitantes del espacio y, por otro lado, la movilidad es lo que sostiene viva una ciudad y la define como tal.
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Las pandemias muestran las ciudades desde su realidad, esa realidad oculta tras las paredes de sus casas, tras los roles que ocupan en sus funciones productivas, desde el caos que realmente es oculto bajo el amparo de las funciones que determinan las relaciones de poder que conforman el tejido de la urbe.
Obligación es entender la realidad desde otros paradigmas, de “salir de la caja” de lo posible. Para lo anterior no es necesario juntar a expertos desde una lógica dictatorial del saber hacer en un área en específico, sino que leer la realidad desde sus capacidades y aprendizajes, desde la colaboración horizontal con un propósito colectivo. Pensemos un futuro anclado en un presente en relación con los aprendizajes del pasado para no cometer una y otra vez errores que cuestan vidas.
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