A no tirar la toalla, es una columna de opinión escrita por el director en asuntos públicos de Observa Biobío, Lucas Serrano.
Cuando justo hoy cumplimos 6 meses del inicio del estallido social en nuestro país, y mientras nos enfrentamos a la crisis sanitaria más grande desde el retorno a la democracia, parece ser que este último medio año ha sido un verdadero ciclón para Chile. La estabilidad, y armonía que nos había caracterizado los últimos 30 años se esfumó de la noche a la mañana. Hoy nuestro Estado, y nuestra sociedad está siendo más exigida que nunca, siendo las familias más vulnerables, las que como siempre, sufren los coletazos más intensos de estos constates tiempo de crisis.
Porqueciertamente en la mayoría de nosotros hoy predomina la sensación deque ‘no hemos salido de una y pasamos a otra’,sensaciónque obviamente genera un gran cansancio en todos los hogares denuestro país. Si a esto le sumamos que, desde el cismático, peronecesario estallido social, hasta las más de 100 personas muertaspor la pandemia del Covid-19, la agenda de nuestro Estado pareceestar marcada por la constante búsqueda de soluciones a crisis, elagotamiento decada uno de nosotros es casi inevitable.
Estonos lleva a olvidarnos a la otrora normalidad que reinaba en nuestropaís hasta el 17 de octubre, y nos lleva a todos a prepararnosy adaptarnos para una nueva realidad que llegara a nosotros luego deque este bíblico virus comience a retroceder, sin embargo, antes depoder llegar a esa nueva realidad, debemos aguantar nuestro periplopor el desierto, y enfrentar valientemente los espolonazos que día adía el Covid-19deja en nuestras vidas.
Porqueno vamos a engañar a nadie diciendo que los tiempos que vivimos sonfáciles, o se van a pasar luego, por lo que debemos aguantar comosoldados en las trincheras con mucha garra, y harta responsabilidad.Sé que hoy más que nunca la tentación de tirar la toalla, derendirse o incluso de invisibilidad la emergencia que estamosviviendo es alta, sobretodo porque todos los días parece ser traerun nuevo bombardeo que desgastalas pocas fuerzas que nos quedan.
Marzonos dejó más 300 mil despidos, y las repercusiones económicas dela pandemia, llegan justo cuando parecía que muchos comercios veíanla luz al final de túnel, luego de la crisis social del año pasado.Nuestra industria tiene esa sensación de que llueve sobre mojado, yparecen estar con zapatillas de clavo esperando que se levanten lascuarentenas para tratar de volver a la realidad. Sin embargo, nodebemos perder el foco, aunque se levanten las cuarentenas y cordonessanitarios, no podemos pretender tirarnos de cabeza a ser un esclavodel mercado nuevamente, sin entender que la batalla por la salud denuestros compatriotas no está cerca de terminar.
Obviamentetener una buena salud económica es bastante importante para un país,sin embargo, no existe costo económico alguno, que supere el costode la vida humana, por lo que hoy nuestro Estado, y nuestra clasedirigente debe entender que no hay chanchito que no deba romper, ycrédito que no deba pedir, con tal de salvar la mayor cantidad devidas posible. Se debe usar toda nuestra solvencia económica paradarle todo el sustento posible a nuestro sistema de salud, perotambién para evitar que los coletazos económicos maten a lasfamilias de hambre o los priven de las oportunidades vitalesesenciales que todos necesitamos.
Poreso les digo que aúncuando nuestros espíritus están al borde de rendirse, y cuando lastentaciones de tratar de volver a la normalidad son más grandes quenunca, hoy debemos ser aún más fuerte, más resiliente y aguantar;seguir encerrados, seguir teletrabajando, y nuestro Estado debe ponertodo lo que tenga a mano y más, al servicio de esta crisis tanto enel ámbito de salud,
como el ámbito económico. Porque si o si esta crisis va pasar, pero depende de cada uno de nosotros, y de nuestros dirigentes que los costos de vidas y los efectos en la economía familiar sea el menor posible, por eso hoy más que nunca el mensaje es a no flaquear, y no menospreciar los difíciles tiempos que vivimos.
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