Capacidad de autorregulación
En períodos de crisis, sean ellas de origen interno o externo, aflora lo mejor y peor de las sociedades, de las personas, de los liderazgos y el momento que experimentamos no es la excepción. Las formas culturales, las formas de organización, las prácticas consuetudinarias, las experiencias adquiridas son de gran ayuda o se transforman en fuertes obstáculos cuando se trata de proponer o aplicar medidas que son necesarias para enfrentar la coyuntura y entre ellas resalta la autorregulación, particularmente el nivel que ella presenta. El 27F nos mostró la operatoria de estas variables cuando las causales de la amenaza son exclusivamente internas y la pandemia del Covid-19 nos ha puesto en el desafío de enfrentar una amenaza de origen externo; una de carácter mundial, de impacto fulminante sobre la salud, sobre la economía, sobre las estructuras de gobierno y que debemos abordar con decisiones que dicen relación con variables internas y, lo que no es menor, con factores externos que no controlamos o no dependen de nosotros.
Pero si es digno de análisis el escenario de la autorregulación del mundo privado, con mayor razón lo es el ámbito de las autoridades públicas, de las representaciones parlamentarias y presidenciales. Por ejemplo, ¿por qué no autorregularse en cuanto al monto de dietas y asignaciones complementarias? ¿por qué es necesaria una protesta masiva de la sociedad o la necesidad de una ley, que ellos mismos deben elaborar, para ajustar esos montos a un nivel acorde con la distribución de la renta en la sociedad chilena o los requerimientos de financiamiento para enfrentar el momento? El tema de los ingresos pecuniarios del parlamento ya es conocido y el de los ex presidentes, que no lo es tanto, es equivalente al monto que reciben los senadores, así, cada ex presidente nos significa mensualmente aproximadamente 19.000.000 de pesos.
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En el ámbito de la economía privada resaltan dos casos en los últimos días, casos diametralmente distintos en cuanto a su impacto sobre las personas, nos referimos a las Isapres y las autopistas concesionadas. El tema del alza en el valor de los planes por parte de las administradoras privadas de salud es altamente preocupante, la señal en estos momentos era todo lo contrario; muy difícil que el sistema entrara en crisis severa si aplazaba un alza para fin de año o hasta el año siguiente ¿por qué se les tiene que obligar por ley en cuanto al aporte que pueden realizar en el servicio que prestan, particularmente en estos momentos de crisis? ¿por qué no autorregularse? Lo mismo aplica para las concesionarias de las autopistas, tanto cuesta, en cuanto toma de decisiones, adoptar una iniciativa por cuenta propia y mantener plana la tarifa (no cobrar la tarifa diferenciada por horario peak) mientras dure la restricción de movilidad para las personas.
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Otra arista es el comportamiento de la sociedad, la respuesta que los individuos muestran en momentos delicados y aquí, afortunadamente, tenemos memoria histórica, dada la tradición nacional de enfrentar desafíos que la naturaleza nos impone. Como individuos y como sociedad hemos desarrollado capacidad de respuesta, de resiliencia en momentos de crisis; pero, y aquí entra nuevamente la capacidad de autorregulación, evidentemente, falta profundizar la capacidad de respuesta, la cultura de asumir/respetar las instrucciones por propia voluntad y no por que alguien te está obligando en su cumplimiento, no sólo por el propio bienestar, sino, el de los semejantes, el de los otros.
Los pueblos, las sociedades, los estados exitosos, entre otras, son aquellos que no sólo tienen buen liderazgo, buena gestión, también lo son aquellos que poseen autorregulación y esa es la gran tarea para seguir en perfeccionamiento como país de nuestra capacidad de respuesta.
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