Carabineros abaten a individuo que los atacó con un rozón en Las Cabras: Agresor murió por las heridas
Desde hace 15 días estoy en cuarentena voluntaria en casa debido al Coronavirus. En medio de esta crisis que se hace presente en nuestros hogares con avalanchas de información confusa y terrible, no pierdo la conexión con aquello que he asumido como trabajo y vocación.
Por lo tanto, estoy atenta a lo que pasa con las mujeres en medio de esta Pandemia. He leído artículos que hablan de como la emergencia sanitaria afecta más a las mujeres en aquellos factores socio-económicos y culturales que ya implican riesgo y precariedad en condiciones de vida normales: El acceso a la salud, la sobrecarga de los trabajos domésticos y de cuidados y la violencia machista, incluyendo el femicidio, no dan tregua a las mujeres.
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De acuerdo a la ONU:
“Las medidas restrictivas adoptadas en todo el mundo para luchar contra el COVID-19 intensifican el riesgo de violencia doméstica y aumentan la carga de trabajo en el hogar. Además, aquellas que se encuentran embarazadas, temen por su salud a la hora de asistir a controles o se quedan sin servicios. Los Gobiernos no pueden abandonar a las mujeres en medio de la emergencia”.
Me interesa la macro-política, pero más me apasionan las historias de vida, “la historia de los que nunca son nombrados”, diría un amigo- esas protagonizadas por gente común, que nos grafican los alcances cotidianos de una crisis, pero también nos muestran la fortaleza de los seres humanos.
Quiero compartir con ustedes cómo viven esta pandemia mujeres diversas en distintos puntos de este planeta, a quienes he conocido por trabajo, activismo, academia y/o voluntariado. En mí día a día, saber que no abandonan su compromiso con la humanidad me da resiliencia y me inspira a mantener la fe en que superaremos esta crisis que ha puesto en jaque nuestra forma de vida y la vida misma.
En Argentina, la activista contra la trata de personas y la explotación sexual, Viviana Caminos, está promoviendo la campaña del “Barbijo Rojo”, método para pedir ayuda en caso que una mujer esté sufriendo violencia doméstica. En los primeros 10 días de cuarentena preventiva en el país trasandino, al menos 6 mujeres fueron víctimas de femicidio y los llamados a la línea 144 se incrementaron un 60% en la provincia de Buenos Aires. A partir del 1 de abril las personas en situación de violencia por motivos de género podrán pedir asistencia a la línea 144 a través de las farmacias de todo el país o podrán ir personalmente o llamando a la farmacia pidiendo un “Barbijo Rojo”.
Wendy Pekeur es una abogada de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. El Coronavirus ha vuelto su activismo más urgente: Acceso al agua en las zonas rurales de la urbe, respeto a los derechos de las temporeras y evitar los desalojos de las familias que ven su economía afectada por la suspensión de actividades agrícolas. Wendy Pekeur estableció el primer sindicato en Sudáfrica para defender los derechos de las temporeras. Trabaja en la provincia del Cabo Occidental, la principal región productora de vino del país. Al aplicar el modelo sindical a un entorno agrícola, Wendy está empoderando a las mujeres, que son la mayoría de los trabajadores temporales agrícolas, para romper los ciclos de pobreza, privación de derechos y alcoholismo.
Mientras tanto, en Nigeria, la educadora comunitaria Olutosin Oladosu, recolecta víveres y productos higiénicos para las mujeres que participan en sus talleres y sus familias, quienes los reciben de forma totalmente gratuita. Olu, a través de Star Hope, el centro de formación que fundó, entrena a las mujeres de Ibasa, cerca de Lagos, para que sean micro emprendedoras en las áreas de costura y panadería.
Que exista una justa, expedita y suficiente distribución de alimentos para las comunidades indígenas del Perú, es el objetivo de Melania Canales Poma durante la crisis. Melania es la Presidenta de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú. El cambio climático y el poder económico son, según ella, los principales enemigos de las comunidades indígenas. En una entrevista a El País, en 2019, decía:
“El cambio climático nos está haciendo perder los conocimientos y los saberes ancestrales. Nuestras medicinas siempre han estado en los bosques y los territorios indígenas y cada vez hay menos porque en zonas donde antes no caían heladas, ahora nieva; en zonas donde no llovía, ahora está lloviendo…”
El deterioro ambiental se nota y en tiempos de pandemia, se nota más.
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En el tiempo que el Coronavirus lleva atormentando a la humanidad ha puesto en evidencia, como decía Albert Camus en La Peste, que las peores epidemias no son biológicas, sino morales. En las situaciones de crisis, sale a luz lo peor de la sociedad: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad, pero, al mismo tiempo, lo mejor emerge o se fortalece. Estas mujeres, desde sus lugares y haciendo lo que pueden de la mejor manera que pueden, alimentan mi esperanza en la cita de Eduardo Galeano:
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
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