Las murallas de Huber
Decretado Estado de Catástrofe a nivel nacional, fueron designados los jefes de defensa nacional, asumiendo el mando de cada región. En el caso del Biobío tal tarea fue encargada al Contraalmirante Carlos Huber. Consultado por las medidas a adoptar, descartó un toque de queda en la zona y estudia una barrera sanitaria con la región del Ñuble.
Probablemente el líder castrense tenga sus razones para considerar o descartar una u otra medida, el punto no está precisamente allí. El punto radica en resolver algunas preguntas: ¿Cuánta campaña informativa se está haciendo? ¿Se han visibilizado los riesgos que conlleva que algunos irresponsables y desalmados paseen por el parque de la Universidad de Concepción, el centro penquista o al parque Ecuador?
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Volvamos a Huber. Estudiar la posibilidad de gestar una barrera sanitaria con Ñuble se hace símil a la construcción de las murallas de Adriano. Guardando las proporciones, claro está, aquellas murallas se edificaron por orden del emperador romano Adriano, con el fin de defender el dominio de la isla de Britania (hoy Inglaterra) de las tribus de los pictos del norte (actual Escocia). ¿Qué ocurrió? En más de tres ocasiones distintas, el muro fue desbordado y las defensas romanas cedieron ante la reacción virulenta de las tribus escocesas. No tapemos el sol con un dedo, ni pongamos la carreta delante de los bueyes.
De nada servirá poner los diferentes controles que se quieran en los límites de la región del Biobío, si es que en su interior no existe plena consciencia del fenómeno ante el cual nos enfrentamos. Allí radica, en esencia, la principal tarea a cumplir junto a las reactivas, una vez que la enfermedad es detectada. Se debiese prestar más atención a las aglomeraciones producidas en centros de vacunación, producto de la natural histeria colectiva, buscando cumplir con reglas mínimas como la distancia de dos metros o las medidas de higienización. También sería bueno ver señales en aras de limitar la circulación a lo estrictamente imprescindible, como el abastecimiento, recurrir a una farmacia u hospital, o a algún lugar de trabajo que estrictamente requiera su comparecencia personal (potenciar el teletrabajo se ha vuelto un imperativo). El contexto exige, hoy más que nunca, que nuestras autoridades se encuentren a la altura de las circunstancias.
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Está en nuestras manos que el sistema de salud no colapse, afrontando este virus con la seriedad que se requiere e implica. Tengamos presente las palabras de la canciller de Alemania, Angela Merkel: “Estoy segura de que superaremos esta crisis. ¿Pero cuán alto será el número de víctimas? ¿Cuántas personas queridas perderemos? En gran medida está en nuestras manos. Dependerá -no solo, pero también-, de cuán disciplinadamente cumpla cada uno las reglas”.
La canciller Merkel, ha dado con el punto clave, el necesario apego a las reglas de la autoridad sanitaria y las precauciones debidas. Lo asume con realismo y sabiendo la crisis económica que se avecina a la vuelta de la esquina, pero hoy lo que urge es el autocuidado y evitar el contacto con otros. De nosotros depende, vamos todos en el mismo barco.
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