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La pandemia de Coronavirus desafía a nuestra sociedad en su conjunto. Dentro de las medidas que disponemos para hacerle frente se encuentra la cuarentena la cual, por cierto, es una herramienta necesaria y útil para resguardar la salud pública.
Sin embargo, las ciencias de la salud mental están haciendo llamados a través de la OMS y medios especializados, a considerar los efectos psicológicos de la cuarentena. En efecto, experiencias internacionales previas demuestran que la separación y restricción del movimiento de personas, que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad contagiosa, tienen consecuencias comprobables en la salud mental.
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En general, cuarentenas de más de diez días se asociaron significativamente a estrés post-traumático y diversos síntomas afectivos como miedos irracionales, frustración y aburrimiento excesivo. Adicionalmente, varios estudios han demostrado que posterior al período de aislamiento las personas mantienen conductas evitativas por miedo a infección, como lavado excesivo de manos, evitación de multitudes, estigmatización de personas que se sabe contrajeron enfermedad y, en definitiva, una serie de experiencias negativas que retardaron -incluso meses- la vuelta a la normalidad. Más aún, estas consecuencias pueden llegar a ser de largo plazo, incluso a tres años de ocurrido los eventos.
Las poblaciones más afectadas fueron niños, niñas, adultos y probablemente personas con enfermedades psiquiátricas previas. En los casos infantiles, por ejemplo, se verificaron tasas de estrés postraumático cuatro veces más altas en aquellos que fueron aislados que en quienes no tuvieron estos contextos. Para las madres y padres de esto/as niño/as la incidencia de problemas de salud mental alcanzó niveles cercanos al 30%.
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Dentro de las recomendaciones que circulan en las fuentes citadas, vale la pena mencionar la necesidad de limitar la cuarentena a lo estrictamente necesario, entregar información contingente y veraz a la población y el fomento en la ciudadanía del establecimiento de formas de comunicación activa durante el periodo de aislamiento. También se ha visto que la cuarentena voluntaria tiene muchísimo menos efectos que la obligatoria, por lo que la forma en que estas medidas se implementan puede jugar un rol relevante en sus efectos posteriores.
El uso de la cuarentena conlleva riesgos para la salud mental y las autoridades deben considerar estos factores para proteger de la forma más adecuada a la población.
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