¿Por qué la Igualdad de Género?
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¿Por qué la Igualdad de Género?


Por Sergio Fuentes | 30 Enero 2020 23:33
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La agitación política que ha vivido Chile desde las movilizaciones ciudadanas del 18 de Octubre en adelante, han puesto en relieve variadas demandas de personas y grupos que comparten un mismo diagnóstico sobre la necesidad de una transformación social hacia una mayor inclusión y solidaridad, más justicia en la distribución de la riqueza e igualdad de género que sirva de base a un sistema paritario de representación popular, entre otras.

Una pregunta que me hacen en los talleres y conferencias en que abordo este tema es: ¿Por qué la igualdad de género es una demanda ciudadana legitima? ¿Por qué debería importarme a mí?

Bueno, partamos por definir que es

Es obvio que las personas somos diferentes. Ni las mujeres somos iguales a los hombres, ni las mujeres somos iguales entre nosotras: Tenemos diversas capacidades, objetivos, formas de pensar, opciones, experiencias de vida, una identidad racial, sexual o religiosa diversa. Por lo tanto, entender la igualdad de género como una aspiración a la similitud, que haga de las mujeres una copia de los hombres y a las mujeres entre sí un grupo homogéneo, carece de sentido de realidad.

La igualdad de género de la que hablo consiste en la existencia de una igualdad de oportunidades y de derechos entre las mujeres y los hombres en las esferas privada y pública que les brinde y garantice la posibilidad de realizar la vida que deseen, asumiendo nuestra diversidad y que en dicha diversidad seamos humanamente iguales. Es totalmente legítimo que las personas aspiremos a contar con acceso a derechos y oportunidades para realizar la vida que deseamos.

Sin, embargo, en el caso de las mujeres y niñas, aún existen brechas que deben cerrarse para que podamos hablar de sociedades justas.

Todos los días, mujeres y niñas de todo el mundo enfrentan violencia y discriminación. Una de cada tres mujeres experimentará violencia física o sexual en su vida, independientemente de su edad, antecedentes o país. En todos los países del mundo hay alguna ley que trata a las mujeres y/o las niñas como ciudadanas de segunda clase. En Chile, por ejemplo, la relativa a las herencias. La precariedad económica, la violencia, las prácticas culturales nocivas y las desigualdades sistémicas violan sus derechos humanos y les impiden alcanzar su potencial.

Este tipo de desigualdad es malo para todos, no solo para las mujeres: La investigación muestra que donde las mujeres y las niñas reciben un trato injusto, hay más conflictos sociales y menos estabilidad económica. Por lo tanto, el empoderamiento de las mujeres y las niñas es esencial para expandir el crecimiento económico y promover el desarrollo social. Si un país deja de lado a una parte de su nación, es la nación entera la que se ve atrasada.

El beneficio de la igualdad de género no sólo es económico ni limita su impacto a nivel macro. La forma como los hombres y las mujeres nos relacionamos, determina los valores sobre los cuales se sustenta el tejido social y, por ende, nuestras propias redes y la vida cotidiana. Y esto es una buena noticia, porque significa que, si bien la igualdad de género es un objetivo de desarrollo global y un compromiso gubernamental, ustedes y yo podemos hacer algo concreto, a diario, desde nuestros espacios vivenciales, para fomentarla.

Durante mi tiempo en Sudáfrica, por ejemplo, tuve la oportunidad de trabajar con una asociación formada por dueñas de casa que vivían en uno de los barrios más problemáticos de Ciudad del Cabo. Ellas se organizaban cada año para decir No a la violencia doméstica y promover el buen trato entre hombres y mujeres durante los 16 días de activismo. Marchaban por el barrio, fabricaban afiches de papel craft que pegaban en los almacenes, pedían la palabra en la iglesia o en la mezquita local para  hablar del tema, intervenían las esquinas más concurridas con “performances” de cantos y bailes… en fin, lo que hicieron Las Tesis, ya lo habían hecho en Langa.

Estas mujeres, que no se declaraban feministas, no tenían estudios de género ni Instagram y convivían a diario con el tráfico de drogas, la delincuencia, la precariedad material y la discriminación racial, encontraron la forma de promover la igualdad de género como un valor y una forma de vivir.

Porque eso es justamente lo que es: La igualdad es algo que hacemos, es una práctica social que requiere ser construida más allá de los discursos y los slogan pegajosos, por lo tanto, necesita el compromiso activo, cotidiano y generoso de todas y todos los miembros de una comunidad.

Hay varias cosas que podemos hacer:

  • Integrar en nuestra perspectiva que las diferencias entre hombres y mujeres no deben ser nunca motivo de discriminación, sino que una oportunidad valiosa de aprender de las personas. En las organizaciones, la diversidad es una fuente de talento y conocimiento que puede ser una ventaja en la gestión.
  • Aprender sobre igualdad de género y no discriminación y luego enseñemos a otras personas, porque al enseñar, aprendemos dos veces.
  • Unirnos a otras personas para hacer de nuestros espacios vitales, espacios de igualdad: La casa, la escuela, el trabajo, la sede social, etc. son lugares donde habita la posibilidad de generar cambios.
  • En la familia, fomentar el diálogo entre los miembros sobre los roles asociados al género y la distribución equitativa de las responsabilidades y las labores domésticas y de cuidado
  • Liberar nuestra mente de estereotipos: Ni los hombres son “macabeos” por ir a buscar a los hijos al colegio, ni las mujeres somos “malas madres” porque no nos guste planchar.
  • Reflexionar sobre nuestras prácticas discriminatorias y paradigmas sexistas, que se reproducen a través del lenguaje y de malos hábitos como el autoritarismo, el chisme, el prejuicio, el ninguneo profesional, las comparaciones, entre otras.

La desigualdad de género está asociada a otras desigualdades normalizadas como el clasismo, el racismo, la homofobia y la transfobia. La transformación cultural empieza en cada hombre y mujer que se hace cargo de dicho legado tóxico y decide des-aprender para no reproducirlo.

Entonces ¿Por qué la igualdad de género? Porque al construir igualdad, construimos bienestar.

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