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Lo que nos recuerda Argentina

Por Andrés Espinoza | lunes 20 enero 2020 - 23:30
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En momentos en que se abrió el debate respecto delordenamiento constitucional, de la orientación/reorientación que debiera tenerel sistema económico, de las políticas que se debieran aplicar, es un buenejercicio insistir en ciertas orientaciones que cuasi inevitablementedesembocan en problemas y que no deseamos para nuestro país.

Por ejemplo, el devenir de Argentina en las últimas décadas nos muestra y nos recuerda algunas de ellas. El estado de situación de nuestros vecinos argentinos, con el debido respeto, nos evoca lo que debemos evitar en cuanto gestión socioeconómica, particularmente el creciente gasto fiscal, el persistente déficit público, el proceso inflacionario, el desempleo, el consiguiente endeudamiento, las secuelas derivadas en cuanto crecimiento de la pobreza y la tentación del estatismo.

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Argentina cumple dos años de crecimiento económico negativoy se espera que la tendencia se mantenga en 2020. Además, desde 2001 lleva trescesaciones de pago (default) de su deuda y el proceso de actual moratoria incluyela millonaria suma pactada con el FMI para enfrentar la crisis desatada en elaño 2018.

La tendencia al gasto, el déficit presupuestarioinevitablemente asociado, son variables que se presentan cuando no existe unapolítica de responsabilidad fiscal, cuando no se ajustan los egresos en funcióndel crecimiento potencial y real de la economía. El país transandino muestradesde 2002 una tendencia creciente de gasto público, manifestado comoporcentaje del PIB, pasando del 24% al 41 % del producto interno bruto en 2017.

El porcentaje de inflación, el peor escenario para lossectores más desposeídos y para la clase media, está en el 55% y en elloincide, entre otras, la política de emisión inorgánica, es decir, el facilismode emitir dinero sin el correspondiente crecimiento productivo. Nuestrahistoria, nuestra realidad como país hasta la década de 1970, demuestra lonefasta que es la inflación y lo difícil que es contenerla y bajarla una vezque se ha desatado.

Cuando la economía no crece, cuando se presentan losdesequilibrios fiscales, cuando la competitividad no crece lo suficiente,emerge como secuela el desempleo y para el año recién finalizado la tasa dedesempleo transandino se empinó al 11%, con una tasa de informalidad delmercado laboral del 49.3%.

La persistencia del déficit fiscal, la debilidad en laresponsabilidad fiscal, financiar políticas sociales sin el respaldo deingresos permanentes, el no tomar resguardos cuando el ciclo económico espositivo, deriva generalmente en endeudamiento y para el caso argentino elvencimiento de la deuda para 2020 y los dos años que siguen es de 58.000millones, de US, 36.000 m. de dólares y 50.000 m. de dólares; 144.000 milmillones de dólares en tres años, tarea imposible y causal de la renegociaciónactual.

Los guarismos descritos han impactado fuertemente en la condición de pobreza e indigencia. El porcentaje de pobreza subió al 45% y la indigencia al 12%, pero lo más impactante es el 52% de pobreza que afecta a los niños (as), condición que lleva el límite en cuanto seguridad alimentaria y emergencia sanitaria al punto que el presidente Alberto Fernández debió declarar emergencia económica.

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Para complicar más el cuadro, señalar que Cristina Fernándezestatizó en 2008 el sistema de pensiones. Así, eliminó deuda estatal (fondosque las AFP tenían invertidos en el estado) y captó en adelante las nuevascotizaciones previsionales, pero hoy son serios los problemas para sostener elsistema y reajustar las pensiones.

Es tentador impulsar el gasto más allá de ciertos parámetros, subir los impuestos persistentemente, endeudarse por sobre los guarismos manejables o caer en la seducción de la estatización, pero las consecuencias cuasi ineludiblemente llegarán.

Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidadde quien las emite y no representan necesariamente el pensamiento de www.sabes.cl El Diario Digital del Gran Concepción.