Marinovic acusó a la Convención de "mentir y destruir" en comentado discurso
Si existe algo que ha demostrado el estallido social que se viene desarrollando desde el 18 de octubre del año pasado, es aquello que podríamos denominar una matriz autoritaria en la sociedad chilena o lo que la literatura ha descrito como la cultura autoritaria en Chile, proceso cultural o patrones culturales de larga data y donde el concepto del orden social pasa a cumplir un papel de primera importancia, principalmente para la autoridad de turno o la clase política en general. Pero no son solo aquellos grupos quienes expresan una cultura autoritaria, defendiendo un tipo de orden social, basado en el disciplinamiento de la sociedad a través de mecanismos represivos y de persuasión. Allí operan no solo los discursos, lenguajes, imágenes y campañas comunicacionales, sino también medidas represivas con tal de no ver alterado un orden social, que es funcional a sus intereses.
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Por otra parte y de manera aún más específica, la autoridad política de turno, léase el presidente de la República, ha privilegiado en sus intervenciones y medidas una legislación de corte punitivo y sancionatorio para todos aquellos que son vistos o presentados como agitadores, violentistas, delincuentes, anormales o inadaptados, con lo cual se busca instalar la idea que todo aquel que busca transgredir lo establecido o bien desarrolla acciones contrarias a lo que señala la autoridad, es de inmediato tildado de violento o antisistema.
Es ahí donde opera esa cultura autoritaria de la autoridad de turno y los grupos dominantes, para quienes la sociedad debe estar estructurada de manera jerárquica, disciplinada, obediente, hasta sumisa; asumiendo un rol pasivo, que solo debe limitarse a acatar lo que la autoridad le dice. Entonces, esa cultura autoritaria, viene a constituir el mejor dispositivo de la defensa del orden en Chile.
Pero la cultura autoritaria, como señalamos anteriormente, no se limita solo a los mandatos de la autoridad, también se hace presente en algunos grupos de la sociedad, los cuales asumen practicas y discursos absolutos, excluyentes, totalizantes y maximalistas, donde no caben espacios para los acuerdos, diálogos o consensos. Allí impera la política de hacer o imponer lo que yo quiero, con lo cual, esos grupos, caen en lo mismo que critican a quienes están arriba y buscan imponer un cierto orden social basado en la dominación.
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En consecuencia, la cultura autoritaria no es propiedad de un solo sector o grupo, todo lo contrario, es una característica que se ha instalado de manera transversal en la sociedad chilena y que por estos meses se ha hecho presente de manera muy fuerte en nuestro país, no solo en aquellos sectores que han vandalizado/destruido el espacio público y privado, sino también en aquellos grupos que piden mayor represión y “mano dura” contra quienes marchan y se movilizan y por supuesto de un presidente y gobierno que ha privilegiado un discurso binario y de guerra, tan propio de una cultura autoritaria, que ve a los otros como enemigos más que como adversarios.
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