Desde el estallido social que se inició el 18 de octubre, hemossido testigos a diario de una serie de hechos de violencia que se hantomado nuestras calles, plazas, espacios públicos y privados, y quehan determinado nuestros trayectos, agendas, jornadas laborales,etc., al margen de la institucionalidad y legalidad vigente.
Los saqueos, incendios, la destrucción de estaciones del metro, edificios, monumentos nacionales, el indignante peaje “el que baila pasa”, el uso excesivo de la fuerza, las funas públicas o en redes sociales y, en los últimos días, el boicot de la PSU, son manifestaciones de un grado de violencia e intolerancia sin precedentes en nuestra historia reciente y que han afectado gravemente los pilares más básicos de nuestra democracia.
Una sana democracia se basa en principios tales como la igualdadpolítica, la libertad y dignidad de las personas, la participacióny el pluralismo político, el principio de las mayorías y el derechode las minorías. La promoción y protección de los derechos humanosconstituye un pilar básico de la democracia, pero entendiendo, esosí, que estos no son absolutos y que tienen como límite el respetode las libertades individuales y el derecho de los demás.
El reconocimiento y defensa del pluralismo político presupone, como otro elemento consustancial a la democracia, la tolerancia, virtud esencial para la convivencia pacífica y que debe estar presente en la relación de los ciudadanos entre sí, entre estos y los gobernantes y entre los miembros de la clase política. Ser tolerante implica reconocer la diversidad y saber convivir con las diferencias, aceptar que existan opiniones y proyectos políticos diversos, respetar al que piensa distinto y aceptar, finalmente, que las decisiones deben consensuarse a través del diálogo político. La intolerancia que busca suprimir o excluir por la fuerza al adversario imponiendo verdades absolutas conlleva necesariamente a un totalitarismo.
Lo visto hace unos días en la sede del Congreso Nacional dondeuna turba amenazaba, incluso de muerte, a un grupo de parlamentarios,así como las agresiones y descalificaciones que seguimos observandoen espacios públicos y redes sociales, y que ya no discriminasectores políticos, constituye un atentado flagrante a lademocracia, al pluralismo político, a la libertad de expresión, ala tolerancia y a nuestro Estado de Derecho. No podemos aceptar quelas decisiones políticas se tomen actualmente sobre la base delmiedo.
Si este es el escenario de cómo se hace política hoy en Chile elproceso para dotarnos de una Nueva Constitución estará gravementeamenazado. Si no se puede garantizar un diálogo político exento depresiones y amenazas, estaremos muy lejos de poder sostener quetendremos una nueva Carta Política nacida en democracia y, porconsiguiente, se podría llegar a cuestionar nuevamente sulegitimidad de origen.
Resulta imperioso, por lo tanto, recuperar un clima de convivencia y diálogo pacífico si se quiere avanzar en un proceso constituyente y lograr que este sea exitoso.
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