Panacea Constituyente
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Panacea Constituyente


Por Andrés Espinoza | 03 Enero 2020 23:54
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Una de las grandes revelaciones del Chile post 18-O es que muchas de las cosas que en algún momento se nos dijo que eran irrealizables o imposible de lograr, se comenzaron a materializar, o empezaron a plantearse como una opción viable.

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Medidas como el aumento de la pensión básica solidaria, o la instauración de un ingreso mínimo garantizado, que hace tan solo algunos meses eran inviables, comenzaron a ser parte de la respuesta de nuestro poder político. Sin embargo, la acción más tabula rasa de todas, fue que Chile después de más 30 años se abría a la posibilidad de cambiar su constitución regente, abriendo la puerta a lo que se conoce como un momento constituyente.

Este proceso que comenzó a levantarse luego de varias semanas de álgidas protestas sociales, donde ante las aparentes respuestas estériles del gobierno que no conseguían apaciguar la crisis, una fuerza política transversal logró encontrar puntos de acuerdo común para abrir un camino constituyente.

Ciertamente ya sea por el desgaste ineludible del paso del tiempo, o por el impacto de este proceso constitucional en conjunto a otras medidas, se ha logrado apaciguar en algo la crisis social que paralizó por varias semanas nuestro país. Sin embargo, en este periodo de relativo cese al fuego, nos encontramos con la mirada puesta en este proceso constituyente, el cual aún cuando no tiene todas sus variables definidas, comenzará con el plebiscito de entrada en abril de este flamante año.

Es en este contexto, la encrucijada constituyente ha comenzado a cargarse de muchas expectativas de ambos lados del espectro político, donde unos ven un riesgo apocalíptico en este proceso, mientras que otros depositan mucha fe y esperanza que esta nueva constitución es la que terminará con las injusticias y precariedades de nuestro Estado.

Ante eso hoy es necesario poner la pelota en el piso, y reflexionar sobre los alcances que una nueva constitución puede generar en nuestro país. Primero es importante entender que al ser Chile una república con supremacía constitucional, todas las leyes, decretos y reglamentos, deben ir en la misma lógica de lo que se plasme en la constitución, lo que convierte a este texto en una delimitación de cancha, y en una hoja de ruta para nuestra construcción institucional. Por lo tanto, la constitución es un texto de vital importancia para un país, sin embargo, no es una especie de libreta mágica, que convierte todo lo estipulado en ella en realidad.

Existen constituciones que prometen mucho y no cumplen nada, y otras súper acotadas que en su operacionalización logran generar Estados con altos índices de desarrollo humano. Por eso el gran desafío que tendrían los posibles miembros de la convención constituyente (independiente del formato de esta) es lograr generar una constitución que garantice derechos y acciones que nuestro país pueda asegurar, y también poder generar mecanismos que garanticen el cumplimiento de estas promesas de buena manera.

Ciertamente las constituciones no resuelven mágicamente los problemas de una sociedad, pero si generan una carta de navegación del tipo de Estado que día a día queremos ir construyendo, sin embargo, para eso es necesario construir una nueva carta fundamental que sea capaz de ser el pilar de los próximos 30 años de Chile, pero por sobre todo que permita avanzar en mejorar la condición de vida de todos quienes habitamos el país.

Lucas Serrano Barraza, Magíster en Políticas Públicas UCh, director de asuntos públicos Observa Biobío. En twitter: @El_Cientista

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