Una de las grandes revelaciones del Chile post 18-O es que muchas de las cosas que en algún momento se nos dijo que eran irrealizables o imposible de lograr, se comenzaron a materializar, o empezaron a plantearse como una opción viable.
Medidas como el aumento de la pensión básica solidaria, o la instauración de un ingreso mínimo garantizado, que hace tan solo algunos meses eran inviables, comenzaron a ser parte de la respuesta de nuestro poder político. Sin embargo, la acción más tabula rasa de todas, fue que Chile después de más 30 años se abría a la posibilidad de cambiar su constitución regente, abriendo la puerta a lo que se conoce como un momento constituyente.
Este proceso que comenzó a levantarse luego de varias semanas deálgidas protestas sociales, donde ante las aparentes respuestasestériles del gobierno que no conseguían apaciguar la crisis, unafuerza política transversal logró encontrar puntos de acuerdo comúnpara abrir un camino constituyente.
Ciertamente ya sea por el desgaste ineludible del paso del tiempo,o por el impacto de este proceso constitucional en conjunto a otrasmedidas, se ha logrado apaciguar en algo la crisis social queparalizó por varias semanas nuestro país. Sin embargo, en esteperiodo de relativo cese al fuego, nos encontramos con la miradapuesta en este proceso constituyente, el cual aún cuando no tienetodas sus variables definidas, comenzará con el plebiscito deentrada en abril de este flamante año.
Es en este contexto, la encrucijada constituyente ha comenzado acargarse de muchas expectativas de ambos lados del espectro político,donde unos ven un riesgo apocalíptico en este proceso, mientras queotros depositan mucha fe y esperanza que esta nueva constitución esla que terminará con las injusticias y precariedades de nuestroEstado.
Ante eso hoy es necesario poner la pelota en el piso, yreflexionar sobre los alcances que una nueva constitución puedegenerar en nuestro país. Primero es importante entender que al serChile una república con supremacía constitucional, todas las leyes,decretos y reglamentos, deben ir en la misma lógica de lo que seplasme en la constitución, lo que convierte a este texto en unadelimitación de cancha, y en una hoja de ruta para nuestraconstrucción institucional. Por lo tanto, la constitución es untexto de vital importancia para un país, sin embargo, no es unaespecie de libreta mágica, que convierte todo lo estipulado en ellaen realidad.
Existen constituciones que prometen mucho y no cumplen nada, yotras súper acotadas que en su operacionalización logran generarEstados con altos índices de desarrollo humano. Por eso el grandesafío que tendrían los posibles miembros de la convenciónconstituyente (independiente del formato de esta) es lograr generaruna constitución que garantice derechos y acciones que nuestro paíspueda asegurar, y también poder generar mecanismos que garanticen elcumplimiento de estas promesas de buena manera.
Ciertamente las constituciones no resuelven mágicamente los problemas de una sociedad, pero si generan una carta de navegación del tipo de Estado que día a día queremos ir construyendo, sin embargo, para eso es necesario construir una nueva carta fundamental que sea capaz de ser el pilar de los próximos 30 años de Chile, pero por sobre todo que permita avanzar en mejorar la condición de vida de todos quienes habitamos el país.
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