Región del Bío Bío y su identidad en materia energética

Habiendo nacido en Concepción, recuerdo desde niño a mis padres contándome sobre la “hidroeléctrica de Chivilingo” cada vez que transitábamos por la ruta costera, y sin comprender siquiera a tal edad, en qué realmente consistía. Y es que ciertamente, este hito de la ingeniería del país y Sudamérica constata y reafirma uno de los aspectos “sello” de la región, que es su indiscutible relevancia como polo estratégico en materia energética.

Si bien, resulta complejo situarse hace 120 años y dimensionar el hecho, lo que sí es claro es como este tipo de acontecimientos van configurando la historia del lugar, del propio país e incluso aún más.

Para ejemplificar, unos años antes del hecho en cuestión, ya se comenzaban a extraer los primeros barriles de petróleo comercialmente en Pensilvania, Estados Unidos, lo que cambió para siempre la historia de esa región, de ese país y del mundo entero.

Así, desde la inauguración de dicha central, la primera de su tipo en Chile, la región sigue siendo gravitante en la materia energética, actualmente aportando 20% de la capacidad instalada del país, siendo la segunda región con mayor capacidad, tras la región de Antofagasta que alcanza el 25%.

Con todo, a pesar de que 120 años después de la puesta en marcha de aquella central la gran fuente de la región continúa proviniendo del sector hídrico, hace no más de una década se viene vislumbrando la irrupción de las energías renovables no convencionales, para las cuales la región ya se ha presentado como uno de los escenarios ideales, especialmente en el caso de la energía eólica, con una serie de proyectos ya operando y que desde hace algunos años contribuyen a nuestra matriz energética nacional.

Hoy, lejos de aquel hito para el país, en tiempos de electromovilidad y de redes inteligentes, son diversas razones, las que continúan configurando a la región como escenario de esta tendencia mundial de migrar hacia las renovables no convencionales, sea por la disponibilidad y calidad de estos recursos, por la infraestructura de la zona o por capacidad técnica de la región y el país para su desarrollo.

Sin duda, en este último punto, y con una identidad regional que ha legado la historia de industria carbonífera, proliferación de centrales térmicas y lecciones de controvertidos proyectos hidroeléctricos de los años 90, es donde las nuevas generaciones tienen la oportunidad para crear y seguir haciendo parte de esta, quizás algo distinta, historia. 

En un momento especial que vive el país, es un buen tiempo para incluir estos temas en todos los niveles educativos, especialmente considerando además los recientes anuncios y voluntad público-privada para materializar el cierre de antiguas centrales a carbón que hacen aún más pronunciada la necesidad de contar con conocimiento especializado en materias relativas a estas nuevas tendencias.

En este sentido, es importante destacar que, a diferencia de algunos años atrás, hoy existen cada vez más programas educativos especializados que enfocan el actual escenario desde diversas diciplinas, y no sólo a través de carreras profesionales si no también técnicas, por lo que la región es y seguirá siendo definitivamente parte fundamental en el proceso y metas que el país se ha propuesto en materia energética.

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