El problema está en La Moneda

Llevamos mas de 40 días de intensas movilizaciones sociales, jornadas de protestas, las cuales no han estado exentas de vandalismo, destrucción y pillaje de parte de grupos que, aprovechando la marchas y movilización, impulsan una serie de acciones violentas tendientes a la destrucción del espacio público y propiedad privada. Eso sí, corresponde señalar una cosa, no para minimizar lo anterior, sino más bien para puntualizar y ser precisos en las apreciaciones que se señalan o circulan en las redes sociales. La destrucción se ha focalizado en ciertos espacios del centro de Concepción, el resto de la ciudad no ha sufrido los embates de delincuentes y saqueadores, por lo tanto, los hechos vandálicos no son en toda la comuna penquista.

Respecto a las movilizaciones, si bien el número de manifestantes ha disminuido en cantidad, aquello no ha impedido que importantes sectores de la población sigan expresando sus demandas en la calle y en otros espacios de la ciudad. Ante aquello, ¿cuál ha sido la respuesta del gobierno y del presidente en particular?, más allá de discursos grandilocuentes y frases rebuscadas, Sebastián Piñera ha insistido en una línea política de carácter punitivo y de privilegiar el tema del orden público por sobre una agenda social transformadora.

Su interés es potenciar el rol de las Fuerzas Armadas, así como el de carabineros, en un contexto en el cual organismos internacionales de derechos humanos han cuestionado el actuar de la fuerza pública en cuanto la violación de los derechos humanos que estos agentes del Estado han llevado adelante. En otras palabras, parecer ser que Piñera busca resolver la crisis a través de una mano militar y punitiva y no con más política, que es lo que debería primar en una democracia.

A partir de lo anterior y después de todo lo que hemos presenciado en estas semanas, corresponde preguntarse y plantearse si el presidente y este gobierno tienen y tendrán la capacidad para resolver y superar la crisis que estamos viviendo y en ese escenario si Sebastián Piñera a estas alturas no es parte del problema, más que de la solución. Me parece una duda legítima y razonable que corresponde hacer presente a la hora del análisis y el debate, especialmente cuando estamos en presencia de un presidente más bien ausente, que no es capaz de salir a la calle y que se ha centrado su actuar en realizar puntos de prensa, con anuncios reiterados y sin aceptar preguntas.

Por eso mismo, parece legítimo inquirir si el presidente le ha tomado el peso a la gravedad de la crisis, bien simplemente decidió avanzar en su política de privilegiar el tema del orden, seguridad e impulsar medidas punitivas, por lo tanto, pagar los costos políticos y judiciales de aquello o derechamente ya no dio el ancho y no tiene por donde salir de la crisis. El punto no es menor, puesto que esa política, centrada en lo punible por sobre lo social, le está causando un daño inconmensurable al país.

Por eso y parafraseando al mismo Piñera, podríamos decir que efectivamente la población, la ciudadanía o quienes se siguen movilizando pacíficamente están enfrentando un enemigo muy poderoso y dañino, que no es solo aquel que saquea, vandaliza o destruye, sino más bien aquel que por años/décadas se ha encargado de abusar, excluir, marginar y reproducir injusticias y desigualdad y que por estos días ha ignorado las demandas, luego declaró la guerra y reprimió sin contemplación, asimismo ha violado los derechos humanos, matando personas y a otras dejándolas sin visión.

En consecuencia, si usted como autoridad le asigna más valor al castigo y la sanción o bien da más importancia a la propiedad privada, a un bien o una estatua por sobre la vida, salud de una persona o los problemas sociales (derechos humanos), quiere decir que el problema ya no es político, de diferencias políticas, es simplemente valórico y ético y ante eso, no es mucho lo que se pueda hacer.

Danny Gonzalo Monsálvez Araneda, docente e historiador. En twitter @MonsalvezAraned

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