Carta al director: "La tragedia de Antuco" Una mirada desde el Ejercito
Señor Director:
Este 18 de mayo pasado, recordamos la tragedia de Antuco. Una marcha militar que le costó la vida a 44 soldados y un suboficial del Regimiento Reforzado N°17 “Los Ángeles”. Un accidente que devastó a una Unidad Militar no solo por sus camaradas fallecidos sino también por el sufrimiento que golpeó las puertas de muchos hogares y se quedó para acompañarlos por el resto de sus vidas.
Una dolorosa mochila que acompaña también, a quienes debieron asumir sus responsabilidades de mando, en todos los grados y jerarquías. Otros, guardan para siempre y en un silencioso respeto, los difíciles momentos del rescate, la ayuda y el apoyo a los sobrevivientes. Una riesgosa misión que, a las pocas horas de ocurrida la tragedia, debió cumplir un joven Capitán acompañado por un teniente y dos suboficiales. Avanzaron al encuentro de sus camaradas, en las adversas condiciones climáticas imperantes y sin la visibilidad necesaria para guiar sus pasos por la nieve. La incertidumbre y la imaginable situación que les esperaba más adelante, no fueron motivo para flaquear en tan desesperada y necesaria ayuda a los camaradas caídos.
A las pocas horas, se unieron a esta tarea los mandos superiores, tanto de la División como el propio Comandante en Jefe del Ejército. Nuevas patrullas, de voluntarios, civiles, militares y especialmente del Regimiento de Infantería de Montaña N°8 “Tucapel” de Temuco, se sumaron rápidamente a la evacuación de los sobrevivientes y a la búsqueda de los desaparecidos. La tarea duró hasta el 06 de julio. 49 largos y penosos días, sin descanso, hasta encontrar al último de sus camaradas, el soldado Silverio Amador Avendaño Huilipán (Q.E.P.D.).
Creo que esos soldados, los que rescataron a los sobrevivientes, los que buscaron a los desaparecidos,los que vivieron sucesos de profundo dolor acompañando a los familiares de los desparecidos, los de esa valiente patrulla del Tucapel, que llegó ese mismo día al frio y desprotegido refugio que guarnecía a los primeros sobrevivientes y viviendo una incontable y atroz escena, merecen también nuestro agradecimiento y justo reconocimiento por su valentía y profesional labor. Algo que ningún medio de comunicación, 13 años después, nunca ha sido capaz de poner en valor y menos en escena.
Muchos de esos soldados sobrevivientes -pese a la tragedia vivida- al año siguiente postularon a la Escuela de Suboficiales y hoy, muchos de ellos, son parte del Ejército de Chile.
Una época, en que el Ejército de Chile, al mando del General Juan Emilio Cheyre Espinosa inicia el despliegue de Fuerzas de Paz en Haití. Transitando decidida y rápidamente hacia los profundos cambios valóricos. El respeto a los derechos humanos y la obediencia reflexiva, hasta alcanzar su mayor grado de connotación con el “nunca más”. Conocida y simbólica frase del General Cheyre que se concreta en una actualización de las “Ordenanzas del Ejército” y una nueva malla curricular sobre el estudio del derecho internacional humanitario para los alumnos, oficiales y suboficiales del Ejército de Chile. Período -que pese a Antuco- el Ejército de Chile alcanzó un porcentaje de aprobación y aprecio ciudadano de un 59%. El más alto alcanzado hasta esa fecha.
Hoy, el 18 de mayo -en una mirada positiva, esperanzadora y de agradecimiento- también nos recuerda el “Día del Soldado”. Una oportunidad para recordar a nuestros camaradas de Antuco. A todos ellos. A los fallecidos trágicamente, a los sobrevivientes y también, a los valientes montañeses que llegaron a socorrer a sus camaradas.
Christian Slater Escanilla. Coronel (R) del Ejército de Chile. Comandante del Regimiento Tucapel. (2004 – 2005).