RAFAEL NADAL: LA LEYENDA DEL QUINTO MOSQUETERO
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RAFAEL NADAL: LA LEYENDA DEL QUINTO MOSQUETERO


Por Marcelo Ramírez | 12 Junio 2017 15:38
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Por Cristián Caballero Botes a la pelota, toque del short, toque del hombro izquierdo, hombro derecho, oreja izquierda, nariz, oreja derecha y nuevamente oreja izquierda, nariz y oreja derecha. Y siempre me pregunto qué sentirá Rafael Nadal mientras repite punto a punto su ceremonial de saque. Sin embargo, esta mañana logré descifrar al Supercampeón de Roland Garros. Como un susurro al oído me pareció escuchar: "Este punto es mío, lo voy a ganar...". Uno a uno, con su evidente obsesión compulsiva, hasta ganar el game, luego el set y por último el partido. Nada se le escapa a Nadal. Su manera siempre detallista lo hizo ganarse un nuevo warning en el segundo set, por demorar su servicio. Pero fue así como mejoró su primer saque, hasta rayar en la perfección.   El español simplemente borró al Gran Stan Wawrinka de la cancha. La magia está vez estuvo de lado del nuevo mosquetero, quien ejecutó limpia y coordinadamente sus winners de derecha y revés. Ya la costumbre de Stan de mover a sus contrincantes de lado a lado había desaparecido y el manacorí lograba controlar al "Stanimal", haciéndolo caer en la desesperación y la impotencia. Nadal terminó estampando a fuego su linaje como el mejor tenista de la historia en tierra batida.   Sin duda, ganar 10 veces un Grand Slam es todo un acontecimiento y proeza. Pero no menos importante es destacar el "lado B" de la grandeza de Rafael Nadal. En el tenis no dejar jugar a tu contrincante y disputar todos sus puntos es sinónimo de gran respeto y humildad. El español jamás dio un punto por perdido en las dos semanas de Roland Garros y no lo hizo siquiera cuando estaba dos sets arriba y quiebre a favor en el tercero, disputando la final del torneo.   Me detendré aquí. El mallorquín había ganado nueve veces el Grand Slam, en tres de esos campeonatos no cedió set, llegó a la final ganando en tres mangas consecutivas todos sus partidos y jugando casi seis horas menos que su rival; estaba dos sets arriba y sirviendo break a favor. Y con todo eso, Nadal corrió todos los misilazos que lanzó Wawrinka y más aún, ganó la mayoría de esas disputas.   Un verdadero campeón lucha hasta el final y así lo demostró Rafael Nadal. A sus 31 años logró una hazaña, cimentada en el trabajo duro, la pasión, el respeto y la humildad. Es uno de los más grandes de la historia del tenis y aún así se mantiene lejos de la soberbia. 30-40 servía Wawrinka y Nadal ya olfateaba su décima corona en París. Sirve cerrado el suizo y comienza el raqueteo. Nadal abre de revés, debilitando a Stan y conecta derechazo al revés del helvético, quien a contrapié no logró pasar la pelota con slice. Nadal al suelo, recostado con las manos sobre los ojos en la tierra de su patio. Un flashback de su histórico paso por el Grand Slam francés y a festejar.   Finalmente, comprendo por qué Roger Federer no quiso jugar Roland Garros. El rey del polvo de ladrillo es español y no hay cabida para nadie en sus tierras batidas. El tiempo de la tiranía de Nadal sigue extendiéndose y ya son 10 años. Entrando en la cabeza de Federer, imagino que vio a la historia seguir su curso natural. De tal manera, el suizo debiera alzar su octava corona en Wimbledon. Sin embargo, Nadal llegará al Reino Unido con el espíritu del campeón invicto y revivirá el anhelo de otra final soñada...
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