La Cruz de Mayo, fiesta popular romántica
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La Cruz de Mayo, fiesta popular romántica


Por Marcelo Ramírez | 04 Mayo 2017 16:25
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A más de alguno en su idílica infancia tuvo –con su grupo de amigos- en los primeros días del mes de mayo, agarrar dos tablas, un tarro de café y una vela para salir a la calle a cantar lo siguiente:

Aquí anda la Cruz de Mayo visitando a sus devotos, con un cabito de vela y un cantarito de mosto.

Si la tiene, no la niegue, le servirá de algún daño por no dar la limosna a la Cruz de Mayo.

Esta es la tradición de la Cruz de mayo, que gran parte de las generaciones pasadas jugo, participó o simplemente las veía pasar por sus barrios, poblaciones, siendo un espacio en donde la gente sociabilizaba en torno a un intento de cruz con una vela y se agradecía la participación cantando la siguiente estrofa:

[si se abre la puerta y se entrega limosna] Muchas gracias caballero (señorita) por la limosna que ha dado, pasaron las tres Marías por el camino sagrado.

De hecho esta celebración da pie para reírse de los vecinos pocos colaborativos o de frentón “fomes” que no querían participar, cantándoles la siguiente parte de la canción.

Esta es la casa de los Pino donde viven los mezquinos. Esta es la casa de los Tachos donde viven los borrachos.

Vamos por la historia de la Cruz de mayo: El origen se remonta a la conquista española, como los misioneros desconocían la lengua de los nativos, carecían de imágenes y no tenían suficientes predicadores, hicieron uso de la cruz y elementos locales para difundir el mensaje cristiano . La devoción de la Cruz es un reflejo de la atracción que en los primeros tiempos de la conquista se sintió por el milagro y por lo maravilloso y sólo sus símbolos podrían “civilizar y cristianizar” a los hombres de este lado del mundo, pero ¿por qué sólo la cruz? En su origen, los santos y patronos eran escasos y como marketing religioso se colocaban en lugares donde fueran vistos por el mayor número de población que se pudiese (Cerros, cruces de caminos o lugares concurridos), existiendo grupos de personas preocupadas de difundir este culto a la cruz que en Mayo se hacía visible.

La cruz se comenzaba a montar el día uno y culminaba su proceso el 31, en donde en las tardes se congregaban los fieles al pie de la Cruz con los bailes “chinos” en las que el capitán (encargado de resguardar el proceso) aplicaba correctivo y castigo físico a quienes no lo hacían bien.

Esta fiesta también se asocia a una red de creencias y supersticiones que son del mes completo, tales como privarse de alcohol en Mayo es honrar a la Cruz de Mayo, los más fieles cantan toda la última noche del mes donde es común no dormir, en el norte se reza para sanar a los enfermos a quienes se ha hecho mal y en los campos se hacían fogatas y el no vestir la cruz, ósea adornarla, traería pobreza.

Desde siempre se ha desarrollado el acto como una procesión en el que se pide dinero, comida y vino de casa en casa, en cuyo acto –como lo mencionamos anteriormente- se canta, recita en un fin de fiesta de religiosidad popular. Históricamente hay registros de su celebración desde lo más al norte de nuestro territorio hasta lo más austral, con sus características que definen la fiesta como un acto sociocultural del mes de mayo

Con el paso del tiempo dejó de ser una festividad al alero de la Iglesia y se constituyó en una práctica religiosa de la comunidad.

Este espíritu popular, con raíz histórica cultura netamente criolla, va perdiendo valor en nuestra cotidiana sociedad, interesante es estudiar las divergencias en las ciencias sociales. Interesante es ver el origen de esta fiesta popular, pero también problematizar los cambios que surgen como sociedad que nos hacen desprendernos de ciertas tradiciones.

Lo anterior lo podemos ver desde la perspectiva fatalista de cómo lo global y la cultura del #Hashtag literalmente se come a las tradiciones locales e identitarias, defecando otras fiestas que no tienen nada que ver con nuestra raíz cultura –Llámese Halloween u otras que usted quiera traer al caso- dejando en claro que Chile no es un país con identidad definida, sino que en constante construcción.

Y de lo anterior surge la idea del nuevo hombre que ve lo antiguo y tradicional como algo fuera de moda, surgiendo en mi cabeza un concepto, el esnob, que en simples palabras extraídas en internet es “Un individuo que busca copiar e imitar el estilo, la apariencia, las costumbres y las opiniones de las personas a las que considera refinadas o distinguidas. De este modo, el esnob es alguien que reproduce lo que hace y dice la elite intelectual o la clase alta, ya que aspira a pertenecer a estos grupos ”.

En nuestro Chile Republicano, a fines del XIX y principios del XX en lo que la historiografía llama “La belle epoque” (una ironía snob de la historia de Chile) a estos mismos seres humanos se les llamaba Siútico, que en palabras simples es un chilenismo que se usa cuando algo a alguien presume de elegante, especialmente cuando esa elegancia es de una clase social más alta que la que le corresponde. Es decir, tiene un toque despectivo que se burla de quien quiere aparentar más de lo que realmente es .

La diferencia ya no es en el tener –ropas, alhajas y joyas, ostentación- sino en el ser: ser distinto es olvidar el quien soy y de dónde vengo para ser un actor global, que no tiene nada de malo, pero te quita lo más hermoso, tu propia identidad como ser humano y ser social. El olvidar el pasado y ver el futuro de manera global es una continuidad dentro de nuestra historia y comportamiento como sociedad

Es así como la Cruz de Mayo nos sitúa dentro de un problemas de larga data en nuestro espíritu como Homo chilensis, es decir, ¿cuantos chiles hay en Chile? o ¿qué es ser chileno?

Autor:

Juan Ignacio Cordero Pérez

 
Licenciando en Historia, UCSC
Magister en Historia, PUCV
Diplomado en Desarrollo, pobreza y territorio,UAH­
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